jueves, 6 de octubre de 2011

*la baranda mata (cuando uno no se agarra)


Mosaicos verdes, ésos que cambian cuando el sol se pone
el constante reflejo que guardan los silbidos del geriátrico
intrusos ondean las toallas húmedas

una lata de atún a la vista, el misterio que encierra tu gato
la brisa que emana el burlete falseado sólo se suaviza al chocar con el camisón de mi abuela colgado en el tendedero
ese marrón, ese su preferido,
contaminado por andanzas de antaño.
Mi nona, cuántos recuerdos.
El hombre del que tanto me contaba
no era más que el diariero de la esquina
quien, devoto a ella, nunca le cobró el clarín del domingo
*incluso algunas veces tocaba timbre a su puerta para entregarle personalmente la revista Para Ti
Solía agasajarlo con buñuelos de arroz, sus preferidos
hasta que el gato se murió de un tumor en el estómago

Ahí se dio cuenta que quizás los buñuelos se pasaban de aceitosos
y la receta de la mamma estaba errada
quizás mal copiada, quién sabe

y me pongo a pensar si la abuela vivió en Tandil, qué hago con un camisón de ella cinco años despues que murió
suelo responderme: la mancha verde del camisón denota su tardía pasión por el mate
tanto recuerdo me hizo olvidar el agua de los ravioles
suena el teléfono. quién será? tal vez mi conciencia que indague más profundo, mi conciencia...
...que puede ver su cara y nada más
Fin.

malines azules, 2009

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